Enfoque terapéutico
La persona es la protagonista de nuestra forma de hacer y es la psicoterapia la que debe ser flexible, dentro de unos márgenes, para adaptarse a la problemática particular de la persona. La teoría no condiciona rígidamente nuestro trabajo, aunque siempre se parte de unos conceptos y una base que forma nuestro enfoque terapéutico.
Uno de estos referentes es la psicoterapia relacional. Las relaciones que se han ido experimentando a lo largo de nuestra vida, comportamentales y emocionales; se han ido interiorizando formando nuestra forma de ser y pensar actual. Este esquema relacional interno es también el cauce para el cambio y por consiguiente para la cura que buscamos. En la sesión terapéutica, paciente y psicólogo establecen una interacción definida, una nueva relación bidireccional, que es la base de la intervención y de la construcción del cambio.
El otro referente es el llamado por el Dr. Hugo Bleichmar enfoque modular-transformacional, del que es precursor Lichtenberg. Se basa en una concepción modular de la mente, la cual esta constituida por distintos módulos o sistemas motivacionales que evolucionan y se articulan unos con otros y entre sí. Se regulan de diferentes formas y en sus relaciones sufren transformaciones. Así, existe una especificidad para cada patología y ya no nos sirve la clásica etiqueta diagnóstica para nuestra intervención terapéutica, sino que deberá adaptarse a la problemática específica. Las formas de intervención son entonces múltiples y específicas, dependiendo de la forma y organización de los sistemas motivacionales en una persona en particular y de su estructura de personalidad.
Ambos enfoques, compatibles y complementarios, resultan de una evolución de la psicoterapia a través de una integración de diferentes escuelas y de los avances en investigación en neurociencia y psicología evolutiva, entre otros campos.
Nuestro esquema de trabajo se enriquece además con una visión humanista de la relación del terapeuta con el cliente y de la persona en general. Consideramos al ser humano un ser libre, con un potencial a desarrollar, en busca continua de su sentido vital, del significado de su existencia.

Metodogía de trabajo
El primer paso imprescindible para el desarrollo de una psicoterapia efectiva, que consiga un cambio positivo, es una evaluación adecuada del problema que existe.
Se analizan los distintos sistemas motivacionales de la persona, se evalúan las posibles angustias y sus mecanismos de defensa. También se analizan sus recursos de afrontamiento reales y sus ideales. De esta manera se concluirá que tipo de estructura de personalidad tiene la persona y el funcionamiento, organización y conflictividad de sus sistemas motivacionales; dándonos como resultado un posible subtipo psicopatológico, como se ha ido originando y que lo mantiene vigente en la actualidad.
Solo a partir de este momento, con estos datos obtenidos, podemos desarrollar una adecuada intervención psicoterapéutica que sea efectiva para esta psicopatología específica.

Como ejemplo, una posible depresión no debe ser tratada siempre de la misma manera, porque aunque es posible que el malestar y los síntomas de las distintas depresiones sean los mismos, el origen y mantenimiento de la misma puede ser muy variado. Habrá que analizar que sistemas motivacionales están implicados en su desarrollo y en base a que estructura de personalidad subyacente, para poder llegar a diseñar una terapia eficaz. En el origen de un problema no hay una única causa ni siempre son las mismas.
Por consiguiente, es a través de la interacción bidireccional entre paciente y psicoterapeuta en la sesión, donde ponemos de nuevo en marcha el proceso relacional que ha sido el que ha construido a la persona y le ha convertido en lo que es, con sus características positivas y sus problemas actuales. Este proceso relacional en la sesión, es nuestra herramienta para que de forma conjunta con el paciente, poder construir de nuevo partes que no se crearon en su momento durante su desarrollo o se crearon de forma deficiente o inadecuadamente y ahora se traducen en problemas, malestar o patologías en la persona.